Lo que les voy a relatar a continuación es un hecho de los cientos, quizás miles que acontecen día a día en esta, la ciudad más grande de occidente, sucede que el sábado se casó un amigo, la ceremonia religiosa se llevó a cabo en la iglesia que se ubica en el centro de Tlalpan, la llegada al centro de Tlalpan desde la condesa fue rápida, pero una vez ahí las posibilidades de conseguir lugar de estacionamiento son muy pocas, al cabo de una vuelta logre conseguir un sitio justo en la esquina de la calle José María Morelos y Magisterio Nacional, el sitio parecía muy seguro a mi criterio; Bajamos del coche yo y las personas que me acompañaban, algunas de ellas (mujeres) tomaron sus bolsas y pertenencias para dirigirnos a la misa ya con 20 min. de retraso, yo me asegure de cerrar bien el coche como normalmente se acostumbra cuando se deja un coche en la calle, la misa transcurrió tranquila, todo muy bien, los novios felices, todo parecía tranquilo, nosotros caminamos hasta el auto para dirigirnos hacia el sitio donde se llevaría a cabo la fiesta, una vez en la esquina ya mencionada (justo una calle detrás de la iglesia), nos quedamos ahí platicando un momento, entonces una de las personas que venia con nosotros (Héctor/espanto/cassette) se acercó al auto y parado justo del lado del copiloto se percató de que algo no estaba normal, me habló y me preguntó ¿esto estaba así? Yo dirigí mi Mirada hacia el coche y vi que había un hueco entre la carrocería y la puerta, alguien había intentado abrir la puerta del coche y al verse no poder, desistió y se fue, esto según lo que notamos, ya que el seguro de la puerta estaba puesto, al rodear el coche por la parte de atrás para revisarlo completo me di cuenta que en la pequeña cajuela no estaba el regalo que habíamos comprando (víctor y yo) para los novios, (una canasta de mimbre que en el interior tenia, exprimidor de jugos de juguería, molcajete de piedra, exprimidor de limones y una maquina para hacer tortillas) todo cubierto con papel blanco y un moño blanco, abrí la quinta puerta y me di cuenta del desmadre que ahí había; se levaron un par de chamarras y el regalo de los novios, de la parte frontal del coche se robaron unos lentes Ray Ban herencia de mi papa, un perfume de la guantera y una billetera, olvidaron un collar que estaba en el piso dentro de una bolsa de plástico, salieron del auto y se tomaron la delicadeza de ponerle el seguro de nueva cuenta a la puerta, pudiera ser que algún ladrón más pasara después y tuviera todo muy fácil, yo no daba crédito de lo ocurrido y aunque ahora estoy más tranquilo no dejo de pensar que paradero podrán tener esos lentes que mi papa me regalo y que toda su vida lo acompañaron, tampoco dejo de pensar en la sorpresa que se debieron haber llevado los ladrones cuando abrieron la canasta y descubrieron que tenían todo lo necesario para montar un negocio de jugos o de quesadillas.
Ni hablar ya tenia rato que no me tocaba experimentar la inseguridad en esta ciudad, lo que más me duele son esas gafas que me regalaron y que no supe cuidar.
Por eso les pido que cuiden sus pertenencias , pero sobre todo que se cuiden ustedes.
Saludos
Chucho.
Ni hablar ya tenia rato que no me tocaba experimentar la inseguridad en esta ciudad, lo que más me duele son esas gafas que me regalaron y que no supe cuidar.
Por eso les pido que cuiden sus pertenencias , pero sobre todo que se cuiden ustedes.
Saludos
Chucho.
1 comentario:
está cabrón. sobretodo duele cuando esas pequeñas cosas con un enorme valor personal desaparecen. luego te cuento de la guitarra de mi padre.
abrazo, vecino
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